La rodilla está conformada por 3 huesos, el fémur (arriba) la tibia (abajo) y la rótula o patela (al frente). Los huesos se encuentran conectados y estabilizados en su sitio por los ligamentos. En la rodilla contamos con varios ligamentos: los ligamentos colateral lateral y colateral medial que proveen la estabilidad lateral y medial, el LCA que provee la estabilidad anterior y rotacional, y el ligamento cruzado posterior que provee la estabilidad posterior a la rodilla. El diagnostico se realiza mediante la exploración física y se complementa con estudios de rayos X y resonancia magnética en la mayoría de los casos.
Se optará por la mejor opción para el tratamiento de esta lesión de acuerdo a su edad, actividad y otras lesiones que puedan presentarse en su rodilla. En términos generales si se quiere recuperar la función de este ligamento el procedimiento quirúrgico para la sustitución del mismo con injerto es necesario. La lesión de LCA es una de las lesiones más comunes en la rodilla, principalmente en deportistas de alto rendimiento y en deportes de contacto como el futbol, basketball, esquiadores. La lesión del ligamento cruzado (LCA) puede ocurrir al cambiar bruscamente de dirección, disminuir la velocidad drásticamente al correr, al aterrizar tras de un salto con la rodilla extendida, golpe directo, etc...
Más de la mitad de las lesiones del LCA se acompañan de lesión en otra estructura como los meniscos, el cartílago o de otro ligamento. El diagnostico se realiza mediante la exploración física y se complementa con estudios de rayos X y resonancia magnética en la mayoría de los casos, principalmente para determinar otras lesiones que pudieran presentarse en la rodilla.
Los síntomas de una lesión del LCA pueden incluir:
Al momento de la lesión: -oír un tronido -sentir que “la rodilla se sale de su lugar” -edema o inflamación de la rodilla -dolor que muchas veces obligan al paciente a salirse del juego o la carrera en la que se encuentre después de un tiempo: -sensación de inestabilidad - puede llegar a haber perdida de la movilidad de la rodilla - puede haber molestias al caminar
El tratamiento de las lesiones del LCA, dependerá de la edad, sintomatología, desgaste de la rodilla del paciente, así como su deseo de volver a la vida deportiva.
Para volver a realizar deportes de impacto y en pacientes jóvenes (menores de 50 años) se sugiere el tratamiento quirúrgico por la
sustitución del ligamento cruzado anterior.
Antes de la cirugía y en los casos en los que el paciente no sea candidato a cirugía se realizará un programa de rehabilitación encaminado al fortalecimiento muscular y a la recuperación del movimiento de la rodilla.
El tratamiento quirúrgico se basa en la sustitución del LCA, el ligamento roto será retirado y sustituido por un injerto que formara un nuevo ligamento.
Hay varios lugares de donde se puede tomar dicho injerto y su médico discutirá con usted las opciones para que pueda conocer las ventajas y desventajas de cada uno de estos. Básicamente son tres: uno de la pata de ganso de la misma rodilla, del tendón patelar de la rodilla o de un banco de injertos (cadáver) humanos. En nuestro equipo preferimos la plastia de la pata de ganso de la misma rodilla.
Cualquiera que sea la fuente del injerto, este funcionara únicamente como una andamio a través del cual se formará el nuevo LCA. Este proceso lleva su tiempo y por ello ningún paciente, sea o no atleta podrá volver a practicar deportes de contacto antes de los 6 meses de la cirugía.
El procedimiento quirúrgico se realiza mediante
artroscopia, volviéndolo menos invasivo y acortando así la estancia hospitalaria y disminuyendo el dolor postquirúrgico. A menos que la lesión del LCA se asocie a otro tipo de lesiones en la rodilla se prefiere no hacerlo de inmediato, sino hasta que el edema de la rodilla haya disminuido, alrededor de la segunda semana, esto mejora la movilidad postquirúrgica de la rodilla después de la cirugía.
Después de la cirugía su médico le ira indicando al paciente el plan de rehabilitación a seguir, estando encaminado este en principio a recuperar la movilidad de la rodilla y disminuir la inflamación y posteriormente a mejorar la fuerza muscular e irse integrando lentamente a la vida deportiva previa a la lesión.